Unos 300 internos del penal mendocino Boulogne Sur Mer reclaman por las condiciones de hacinamiento de la prisión. Argumentan, además, que en algunos casos se viola “la presunción de inocencia”.
En el penal mendocino de Boulogne Sur Mer, unos 300 internos, la mayoría detenidos por violencia de género, comenzaron una huelga de hambre.
La medida de los presos, del pabellón 5, comenzó el jueves pasado, después de presentar un escrito en la dirección de la penitenciaria donde reclamaban por la libertad de los detenidos bajo denuncias que no habían sido corroboradas, “mientras se esperan pericias psiquiátricas tanto de los denunciados como de los denunciantes”.
“Nos encierran violando el debido proceso y presunción de inocencia”, manifiestan.
Los internos tienen un delegado, Daniel Zalazar, quien está acusado de un triple femicidio ocurrido en el barrio Trapiche, de la localidad de Godoy Cruz, en octubre del año pasado.
“Si bien mi caso no es igual al de los de mis compañeros, adhiero al pedido” explicó Zalazar al justificar que el lugar donde se encuentran tiene capacidad para 120 personas y hay unas 330.
“Entran 10 por día y salen dos por semana, lo que hace la convivencia imposible”, argumentó.
Con todos estos motivos, los presos informaron que: “No aceptaremos las cuatro comidas diarias que nos dan hasta no tener una respuesta de las autoridades”.
Los detenidos especifican que la huelga no es contra el personal penitenciario, sino contra jueces y fiscales que “están actuando fuera de la ley en cuanto a violencia de género”. “Nos meten pesos por una denuncia que no se llega a corroborar que es verídica”, detallan.
En el pabellón 5, además de Zalazar, están los religiosos del caso Próvolo y el hijo del empresario Di Césare.
Los internos aseguran que cuentan también con el apoyo del pabellón 9 Sur, donde hay más detenidos con las mismas causas.
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